Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

jueves, 9 de julio de 2009

El barco perdido (3)

15 de enero de 1565. Continúa el recuento de Don Alonso de Arellano:

En un grupo de islas, de las cuales la principal se llamaba Uruasa, fueron recibidos por los indígenas "en más de mil canoas, pero armados y con muy mala catadura". Este es el tipo de comentarios que ha causado tantas dudas a los historiadores, por su exageración.

Algunos treparon a bordo y sin más, se pusieron a robar de lo que encontraron. Por fin encontraron los mexicanos un canal por dónde salir, como lo hicieron más de prisa "y con esto nos zafamos de ellos y con soltar las demás velas de la nao, quedaron muy enojados unos con otros por vernos ir zafos de sus manos".
Plugo a Nuestra Señora, que no vinieron entonces los indios, porque de venir, nos hallaban cansados del trabajo del día y de la noche y no había en el navío cosa que de comer fuese, porque lo que nos dieron en el Puerto de Navidad para bastimentos, estaba podrido todo y dañado, no por falta de beneficio, sino que debió de ser constelación de la tierra; demás de esto, estábamos tan desproveídos de todo lo necesario ansí de jarcia, como de bastimentos y armas que por momentos temíamos morir. Y demás de esto que si se nos ofreciera tener necesidad de un cable, o estoperol, o tachuelas para la bomba, o agujas e hilo para remendar las velas, no lo llevábamos, porque confiados que íbamos con el Armada, íbamos desapercibidos y a la misericordia de Dios.
Cabe recordar que el camino a Filipinas había sido recorrido por varias expediciones en el curso de aquel siglo y la ruta hacia esas islas era más o menos conocida. Por ello resulta comprensible la narración cuando señala que "estando en altura de siete grados y medio, mandó el piloto gobernar en nueve o diez grados, para ir en demanda de las Filipinas, como nos era mandado". En ese camino encontraron tres islas pequeñas dispuestas en triángulo, probablemente la actual Truk, y nuevamente se enfrentaron con los aborígenes, quienes los recibían con hostilidad: "los indios no hacían otra cosa, sino tirar piedras con hondas; las cuales tiran tan bien que creo que no hay hombres en el mundo que tan bien tiren, proque muchas de ellas alcanzaban el navío surto".

Viernes 18 de Enero guiñamos cuarta al noroeste y corrimos por este rumbo el lunes 22. Entonces dieron con una isla donde salieron en sus canoas multitud de indios. El piloto tomó una chamarra colorada y comenzó a hacerles señas que la tomasen y luego que la vieron los indios arremetieron por tomarla el que primero llegase y porque no se fuesen riendo como los demás de las otras islas, estaba ya la gente del navío presta con los arcabuses y un verso (*) lleno de piedras para tirarles. Luego que los indios llegaron, colgóse un hombre de los nuestros y metióle dentro y luego dio fuego al verso y a los arcabuses y el verso dio en una canoa que hizo gran daño a los ripulantes, aunque no tanto como merecían. Al muchacho lo vestimos y pusímos por nombre vicente por ser el día del Señor San Vicente.

(*) Verso, cañón pequeño.

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