Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

domingo, 30 de mayo de 2010

Adiós Colombo

El pasado viernes 28 de mayo, el galeón Andalucía zarpó del puerto de Colombo, en Sri Lanka, antiguamente conocida como Ceilán.

Dejan atrás el reino de la canela, una hermosa isla conquistada por los portugueses a finales del siglo XV. Han recorrido ya 6,000 millas, desde su salida de Sevilla el pasado 21 de marzo. En ruta hacia Singapur recorrerán otras 1,500 millas, que les tomará ocho días de navegación.

Una vista del océano Índico, eterno espacio mil veces recorrido

sábado, 29 de mayo de 2010

Martín de Rada

En la famosa expedición Legazpi-Urdaneta, de la Nueva España a Filipinas, realizada en 1564, participó también el fraile augustino Martín de Rada. Su cualidades como misionero, lingüista y una suerte de antropólogo, lo colocan en un nivel destacado dentro de su generación, pues aportó importantes testimonios sobre la primera época de la presencia española en aquellas islas del Pacífico.

En línea con lo que hemos venido escribiendo, Rada fue el primer misionero español que se adentró en China, desde territorio Filipino, cumpliendo así un anhelo que la Corona española perseguía desde medio siglo antes.



Martín de Rada formó parte de una generación, posterior a la conquista de América, que en la segunda mitad del siglo XVI, enderezó su interés en la evangelización en Asia, particularmente en China y que vieron la ocupación de Filipinas como un punto de partida hacia la gran empresa de dominar el Oriente.

Nacido en Pamplona, Navarra, el 30 junio de 1533, fue enviado a los doce años a estudiar a la Universidad de París, pero regresó a su país y concluyó sus estudios en la Universidad de Salamanca. Entró a la órden de San Agustín en1554, destinado al monasterio de Toledo.

Llegó a México en 1560 e inició una interesantísima etapa en el centro del país, entre la población ÑaÑu, mejor conocida como Otomí (Hñahñu en ese idioma).



Valdría la pena abordar con más detalle esa importante obra misionera en México, que le permitió escribir una gramática o Arte de la lengua otomí, y unos Sermones en ese idioma, en una etapa en la cual el esfuerzo de evangelización no pasaba necesariamente por el conocimiento de los idiomas locales. Cronístas agustinos señalan que fue tal su capacidad que podía dialogar en otomí sobre temas religiosos a los cinco meses de haber llegado a la zona.



No se conoce el paradero actual de esos libros. Sin duda, el esfuerzo realizado se adelantó a la decisión del Capítulo de la orden agustina de 1578 de escribir vocabularios y gramáticas.

Mientras fray Martín se dedicaba a su labor misionera entre los otomíes, el padre provincial fray Alonso de la Veracruz realizó en 1561 un viaje a España para entrevistarse con el rey Felipe II. El historiador Pedro Galende considera que en esa ocasión "el nombre de Rada debió ser mencionado en la conversación. La eficacia de su trabajo, sus sermones, y su celo en la conversión de los nativos habrá hecho una impresión favorable en el Provincial de los agustinos".



Puede especularse que se le ofrecería el obispado de Guadalajara, en Nueva Galicia, actual estado de Jalisco, pero si Rada pensaba quedarse en su misión otomí, los planes se orientaban hacia un rumbo completamente distinto, fuera de la Nueva España.
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Pedro G. Galende, O.S.A., Apologia Pro Filipinos. Ed. Salesiana Publisher, Manila, 1980, p.36.

sábado, 22 de mayo de 2010

Misiones ideológicas

Desde que Francisco Javier penetrara en tierras niponas hasta que, cien años más tarde, el decreto del Shogún ordenara desterrar a cualquier extranjero de Japón, se desarrolló una amplia actividad misional, con la creación de colegios, seminarios, cofradías y grupos de cristianos que perduraron a lo largo de décadas, descubriéndose a mediados del siglo XIX que varias comunidades cristianas nacidas entonces habían podido sobrevivir en la clandestinidad.

Aunque las cifras varían de un autor a otro, todos consideran que los resultados de la predicación fueron más que positivos; no sólo se consiguió bautizar a una gran cantidad de personas, sino que además, esta comunidad tenía muchas semejanzas con aquella primera cristiandad que padeció el martirio durante la Roma Imperial.

Una investigadora española, Adinhoa Reyes, que hemos citado en este blog, analiza el discurso ideológico histórico que prevaleció en su país a lo largo del siglo XX, de caracter imperialista, amparado por el régimen de Francisco Franco, que afortunadamente ha sido ya rebasado en la historiografía moderna.

Ese discurso historiográfico resaltará que "las naciones colonizadoras y civilizadoras por excelencia, España y Portugal, enviaban la flor de sus hijos a cobijar pueblos salvajes bajo la bandera de la Cruz", pero pronto incluirán también la descripción de las peculiaridades del pueblo a cristianizar, cometiendo, como es de esperar, notables errores y exageraciones.

Las publicaciones de los años treinta del siglo XX -época especialmente marcada por el debate sobre las razas en todo el mundo- recogen las impresiones de los misioneros que reparaban en que los japoneses parecían tener un carácter racional más propenso a la correcta recepción del cristianismo, con una fuerte connotación racista, más evidente cuando establecían comparaciones con otros pueblos.

Especialmente Constantino Bayle, quien afirma que "los indios de América, casi sin excepción, eran hombres porque tenían alma, pero soterrada por el embrutecimiento. En el Japón no: eran hombres y muy hombres". Esta mentalidad recorre todas las líneas de su libro:
"Qué diferencia entre las tribus del Nuevo Mundo y las gentes del Japón. Alli había que empezar por roer la corteza de vicios e ignorancia supina, que colocaban a los indigenas un poco, sólo un poco, por encima de las bestias; había que hacerlos primero hombres, como decía el virrey Toledo, para después hacerlos cristianos. Y los sudores eran muchos y la mies escasa. En cambio, los japoneses, en medio de sus errores y costumbres torcidas, lucían un natural preparado a recibir la semilla de la fe".
Un lenguaje pasado de moda, se dirá, pero que formó parte de los estudios sobre el Pacífico asiático en lengua española por demasiado tiempo. Si los misioneros del siglo XVI y XVII comparaban su trabajo entre América y Asia con un sesgo ideológico propio de su época, cuatro siglos después se hablaba casi de la misma manera. Lo citado arriba es, claro, un extremo; pero cabe preguntarse si en el siglo XXI no existen residuos de ese enfoque simplista y racista para interpretar las diferencias entre los pueblos de ambos continentes. Que quede como duda.
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Bayle, C. Siglo de Cristiandad, p 21, citado por Adinhoa Reyes Manzano, Ibid. p. 59

lunes, 10 de mayo de 2010

¿Cómo cantar al Señor en tierra ajena?


El 12 de mayo se inaugura en el museo Reina Sofía de España una exposición que promete un tratamiento inusitado tanto del arte barroco como del contemporáneo. La muestra corre a cargo del proyecto cultural Principio Potosí, una asociación entre artístas e investigadores del arte preocupados por el efecto social del barroco en América Latina en los siglos XVII y XVIII.




¿Cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena? es el título de la exposición, que se inaugura el 12 de mayo y estará abierta hasta el 6 de septiembre.

La muestra, según indica el museo, centra su atención en el análisis del concepto de la modernidad y su expansión universal, que tuvo su inicio desde la colonización de América Latina. Para ese efecto se han concentrado ejemplos de la pintura colonial andina y de obras contemporánas que tienen una correspondencia con el arte barroco de aquel momento, en que dio inicio propiamente la primera globalización mundial.

Los curadores de la exposición forman parte de una extensa red de artistas alemanes, bolivianos, españoles, chinos, entre otros, que coinciden en que teniendo en cuenta el origen cristiano de aquel incipiente capitalismo mercantil, se debe llamar la atención sobre la función ideológica que tuvieron las imágenes luego del Concilio de Trento, dando origen a un proceso en el que la diversidad cultural y religiosa americana se subordina a la unidad y homogeneidad del proyecto imperial.

Proponen entonces investigar las conexiones y paralelos entre la función ideológica de aquel arte colonial y el actual a la hora de legitimar las elites sociales de la globalización. Se hace referencia a cuatro centros de poder económico Londres, Dubai, Beijing y Moscú, donde se concentra riqueza y se consume de arte... a costa del trabajo migrante y mal remunerado.

A manera de ejemplo, la producción de plata del Potosí, en la actual Bolivia, vino acompañada del abuso hacia los mineros (se calculan pérdidas de millones de vidas humanas por sobreexplotación en los socavones) y de la creación de un excepcional arte barroco andino.

La propuesta de los curadores de la exposición es reflexionar sobre la producción contemporánea de imágenes, la hegemonía y la violencia, en el nuevo contexto de la globalización en que vivimos.
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Para leer más: El big bang de la globalización. El Reina Sofía plantea una historia alternativa del arte con "El Principio Potosí". El País, 10 de mayo de 2010.

Alice Creischer y Andreas Siekmann. Angeles de la censura. Sobre las relaciones entre la producción de imágenes, la hegemonía y la violencia. Ponencia presentada en el seminario Narrativas de fuga, conversaciones en torno a la construcción de discursos en el arte contemporáneo. Universidad Internacional de Andalucía. Arte y Pensamiento.

sábado, 8 de mayo de 2010

Entre América y Asia

De la misma manera en que exploradores y comerciantes buscaron por décadas la ruta asiática desde la Nueva España -y la manera de regresar-, los religiosos de varias órdenes católicas en América mantenían la esperanza de alcanzar China en aras de la predicación.

La influencia de Martín de Valencia, muerto en 1533, había dejado una huella muy importante entre aquellos primeros misioneros que fueron testigos del terrible período de la conquista española en México, muchos de ellos, por cierto, acérrimos críticos de los métodos empleados por los conquistadores.

A sus 70 años, el primer obispo del nuevo reino, el franciscano Juan de Zumárraga, se vió atraído también por la idea de viajar a China y expuso sus planes al príncipe Felipe II. Eran los años en que daba inicio la veneración de la Virgen de Guadalupe en México, bajo el impulso de este singular misionero. El obispo propuso elevadas razones para propagar la fe católica por medio de un proyecto misionero que incursionaría en China.

En una carta escrita el 21 de febrero de 1545 y firmada junto con fray Domingo de Betanzos, fundador en México de la Provincia Dominica de Santiago, el obispo Zumárraga expresa el agradecimiento a Felipe II por la autorización para embarcarse hacia China. Reitera ante todo el interés religioso de esta expedición:
Plega a la divina Clemencia del Salvador, que desea la salvación de todas las almas, que en la buena dicha de nuestro padre nuestro Rey Cristianísimo que Dios sobre todo guarde, nosotros acertemos en aquellas gentes de tanta razón y policía, á quien el santo varón Fray Martín de Valencia intentó de ir, en quien empleemos nuestros deseos en los pocos años que nos quedan de vida.
"Gentes de razón y policía", es la frase más empleada para hablar indistintamente de chinos y japoneses, como pueblos cultos y de buen gobierno. El obispo ofrece también beneficios tangibles para la conquista espiritual de aquellas naciones:
(...) y su Magestad y Vuestra Alteza por muchos gocen de su conversión y riquezas, en aumento de la fé católica y de la corona real.
No obstante, aún con el permiso del principe, la posibilidad de que se llevara a cabo aquella empresa a cargo de gente muy mayor se antojaba humanamente imposible. Además, razones de tipo político y el peligro de descuidar las responsabilidades en México fueron diluyendo la expedición.


(...) Y cuando en buen hora sea á nos venida la licencia de Su Santidad yo el Obispo me vea descargado (...) no tendremos mas que esperar sino irnos á embarcar (...) deseando ser nosotros menos cargosos, le habemos dicho que con solo un navío nos contentaremos.
Se aludió en ese momento a la inminente realización de una reunión del capítulo provincial y a fin de cuentas el Papa Paulo III se opuso a la iniciativa, probablemente por razones geopolíticas, ya que los jesuítas tenían también sus ojos puestos en Japón y China.

Formaba parte de este grupo otro misionero utópico y soñador, fray Bartolomé de las Casas quien, estando en España, se había comprometido a ir a Roma, como procurador de Zumárraga, con el propósito de conseguir la licencia del papa Paulo III para dimitir de su cargo de obispo. Zumárraga mandó a Las Casas 500 ducados para el viaje a Roma, pero el dominico ni viajó a Roma ni se unió al grupo misionero, pues ese mismo año aceptó el obispado de Chiapas.
Sin el permiso del Papa, Zumárraga tuvo que suspender su misión a China.
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Francisco Morales. De la utopía a la locura. El Asia en la mente de los franciscanos de Nueva España: del siglo XVI al XIX, en Órdenes religiosas entre América y Asia. Ideas para una historia misionera de los espacios coloniales Elisabetta Corsi, coordinadora. El Colegio de México, 2008, p.69.

Estanislao J.de Labayru y Goicoechea. Vida del ilustrísimo y venerable bizcaino D.Fr. Juan de Zumárraga. Natural de Durango. Primer Obispo y Arzobispo de Méjico, Bilbao, Imprenta y Encuadernación La Propaganda. 1896. p. 298-304.

domingo, 2 de mayo de 2010

Dos mujeres: América y Asia

En el imaginario misionero, las revelaciones, los sueños, las profecías, eran interpretadas como una suerte de ilustración de lo ya escrito siglos atrás en la Biblia. Es por ello relevante que en el siglo XVI las crónicas de la orden franciscana en México mencionaran un sueño que tuvo el primer provincial, el multimencionado fray Martín de Valencia.

En ese sueño aparecían dos mujeres a ambos lados de un río, cada una con un niño en brazos. Las dos pedían ayuda del franciscano, que observaba la diferencia entre ellas:
La una destas mujeres era fea y su hijo también y legañoso; la otra era hermosa y por semejante el hijo era también hermoso y muy graciosito.
Cabe resaltar que el texto forma parte de la historia oficial franciscana en México, escrita por uno de los iniciadores, Francisco Jiménez.
Y queriendo pasar el río la fea, no podía y entró en el agua con temor e iba titubeando para caer, e las olas la turbaban e impedían, pero con todo su trabajo y temor pasó el río. La otra mujer hermosa, antes que entrase al rio el niño estaba en sus brazos mirando el hito al siervo de Dios y con cara alegre y riendo alargando la mano, mostraba que deseaba mucho pasar a donde él estaba, y luego que la madre entró con él en brazos, pasó muy ligeramente y sin temor el río que ningún impedimiento recibió de las olas de la corriente.

E fuele declarado en espíritu que aquella mujer fea es esta nueva España y la iglesia della, cuyos hijo e hijos, esto es, los convertidos, son sarnosos y legañosos en sus principios y con trabajo pasan las ondas deste mundo, pero en fin llegan al puerto...
La segunda mujer, según todas las interpretaciones representa la feligresía asiática, aún por conquistar, que resultaba mucho más atractiva que las masas indígenas americanas.
La otra mujer hermosa y graciosa, cuyos hijos también son hermosos, esto es, varones buenos cristianos y espirituales y graciosamente y de voluntad sin compulsión se convertirán y serán constantes en la fe y guarda de la ley de Dios, y serán graciosos delante de Dios, y esto es lo que representaba aquel niño hermoso y gracioso que en sus brazos tenía.
Lothar Kanuth afirma que este sueño "era una versión -más adecuada para los castos frailes- del episodio bíblico del matrimonio por servidumbre de Jacobo con la desaventajada Lea (como metáfora de la misión americana), esperando el primero en las deseadas segundas nupcias con Raquel (como símbolo de los pueblos del este de Asia)"

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Cuán poderoso sería aquel sueño, que movió al provincial franciscano a intentar la aventura de viajar a Asia. Otro cronista, Gerónimo de Mendieta, lo narra de la siguiente manera:


Después que el siervo de Dios Fr. Martín de Valencia hubo predicado y enseñado, juntamente con sus compañeros, la palabra de Dios en México y en las provincias sus comarcanas por espacio de ocho años, quiso, a ejemplo de nuestro Redentor, ir a otras ciudades y tierras a predicar y enseñar su Santo Evangelio.
En los mismos años en que Cortés buscaba la salida por el Mar del Sur, los franciscanos que eran favoritos del conquistador lo acompañan en su viaje al istmo de Tehuantepec.

Y como fuese prelado, dejó en su lugar un comisario, y de sus compañeros y de otros que de España habían venido en su busca, tomó ocho compañeros, y con ellos fue a Teuantepeque, puerto en el mar del sur, que dista de México más de cien leguas, para allí se embarcar y ir adelante; porque siempre tuvo como cosa cierta el varón santo que había otras muchas gentes que descubrir por la mar del sur.

Y para este viaje que tanto deseaba, el marqués del Valle le había prometido navíos que le pusiesen a él y a sus compañeros por la derrota que su espíritu le dictaba, adonde Dios los guiase, y allí libremente predicasen el Evangelio de Jesucristo, sin preceder conquista por medio de armas.

Estuvo en Teuantepeque esperando los navíos siete meses, que para aquel tiempo habían quedado los maestros de darlos acabados, y para mejor cumplir su palabra, el marqués desde su villa de Cuernavaca (a do era su continua residencia, que está once leguas de México), fue en persona a Teuantepeque al despacho de los navíos. Mas con toda la diligencia que él pudo poner, no se acabaron en aquel tiempo, porque en esta tierra con mucha dificultad y costa y muy a la larga se echan los navíos a la mar.

Parece que aún no era llegado el tiempo que aquellas gentes se descubriesen. Ni tampoco quiso Dios que faltase la presencia de tal padre a estas plantas tan tiernas en la fe. Ni quiso (como luego lo diremos) que de los doce que él había escogido para principio y fundamento de esta conversión, alguno de ellos se ocupase en otra empresa.
Pues viendo el siervo de Dios Fr. Martín, que los navíos le faltaban, y que el capítulo de la custodia se acercaba (para el cual él tuvo entendido que sería de vuelta, dejada ya descubierta otra gente), volvióse a México, dejando allí tres de sus compañeros para que acabados los navíos fuesen en ellos a descubrir.
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Francisco Morales, OFM, De la utopía a la locura. El Asia en la mente de los franciscanos de Nueva España: del siglo XVI al XIX, en Órdenes religiosas entre América y Asia. Ideas para una historia misionera de los espacios coloniales. Elisabetta Corsi, Coordinadora. El Colegio de México, 2008, p.68.

Lothar Kanuth. La ruta de los evangelios, en El Galeón del Pacífico. Acapulco-Manila. Gobierno Constitucional del Estado de Guerrero, México, 1992, p.120.

Fray Gerónimo de Mendieta. Historia eclesiástica indiana, editada por Joaquín García Icazbalceta. Libro cuarto, capítulo X. De las jornadas y misiones que a los principios se hicieron para descubrir nuevas gentes. Y cómo el Señor no permitió que alguno de los doce se emplease en otra parte. Disponible en www.cervantesvirtual.com.

Mestizajes Novohispanos


Esta noche se presentará, en el marco del festival Barrroquísimo, de la ciudad de Puebla, el flautista Horacio Franco, acompañado de Asaf Kolerstein, al violoncello, y Santiago Álvarez al clavecín, con un concierto que se titula "mestizajes novohispanos. Influencias de la Nueva España en la música Europea". El evento será en la hermosísima capilla del Rosario, en la iglesia de Santo Domingo, en Puebla.

Lo interesante de la propuesta es que, en palabras de Horacio Franco "muchas de las danzas populares españolas del siglo XVI que después fueron exportadas a todo el continente europeo y adaptadas por cada uno de los países de este continente a finales del Renacimiento y principios del Barroco, parecen haber sido originados en la Nueva España".

En efecto, danzas cantadas como la Zarabanda y la Chacona, mencionadas por Quevedo, Lópe de Vega y Cervantes, como música relacionada con los esclavos, los sirvientes e indios americanos, que además fueron censuradas por la Inquisición por sus movimientos inapropiados y sus textos burlones, y se decía que habían sido inventadas por el diablo. La Chacona, en este caso y según diversas fuentes, parece haber tenido su origen en un lugar aún no identificado cercano a Tampico, por la cita del entremés El Platillo de Simón Aguado para las bodas de Felipe II en 1599 que dice así:

Chiqui, Chiqui morena mía
Si es de noche o es de día
Vamonos boda a Tampico
Antes de que lo entienda el mico
Que alguien mira La Chacona
Que ha de quedar hecho mona

Otras danzas muy relacionadas históricamente con éstas, e incluso confundidas con la Chacona -como la Passacaglia- y la folía de España, podrían también tener su origen en el nuevo mundo, sin que existan aún vestigios definitivos para poder afirmar esto.

De cualquier manera, la música barroca en este tipo de danzas, las cuales están conformadas por un "bajo ostinato" -fórmula de acordes que se va repitiendo y de la que se van haciendo variaciones, está íntimamente relacionada con el actual son jarocho y el son huasteco, cuyas estructuras son idénticas a muchas de las danzas barrocas. Bien podría tratarse, sin temor a especular vanamente, de una de las grandes herencias y simbiosis entre la recién descubierta América y la Europa Prebarroca.

La simbiosis entre nuestra cultura en los albores de los que sería México y la tradición europea desembocó en uno de los movimientos que más revolucionaron el pensamiento musical a principios del siglo XVII: El advenimiento del virtuosismo instrumental como una parte medular en la música "culta" de Europa y de las formas musicales que darían origen a muchas de las obras de algunos de los más grandes genios en la historia de la música.

Notas tomadas del programa de mano.

sábado, 1 de mayo de 2010

Muerte de Francisco Javier



El 3 de diciembre de 1552 Francisco javier muere en la isla de San-Cian, en China meridional. Conocida también como Shangchuan (上川岛),que en la trasliteración pinyin es Shàngchuāndǎo. Localizada frente a las costas de Cantón.


El camino seguido por Francisco Xavier en su última etapa (1549-1552).


Apenas se conocía el sur de Filipinas (Mindanao) y su improbable conquista era poco atractiva, comparada con el magnetismo que tenía China y Japón.

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Después de su estancia en India y en las islas de la especiería, Francisco Javier emprende la misión más importante de su carrera, al dirigirse a Japón. Viaja en 1549 con tres valiosos aliados, Cosme de Torres, Juan Fernández y un japonés que sirvió de traductor, Anjiro. Desembarcan en Kagoshima, en el sur de Japón.

Recordemos que Cosme de Torres había llegado a Asia como parte de la expedición de Villalobos y se adhirió a la orden jesuíta en las islas Molucas. Fernández, que pertenecía a una rica familia de Córdoba, había solicitado admisión a la orden en mayo de 1547, mientras trabajaba en los negocios de su padre en Lisboa. Al año siguiente fue de los primeros designados para la misión de la India. Anjiro, originario de Satsuma, ofrecía la posiilidad de influir entre la población original de las islas niponas.

Al cabo de más de dos años de dificil estancia en un medio adverso, funda pequeñas misiones en Hirado, Yamaguchi, Sakai y Meaco, apenas tolerados con recelo por los señores locales. Entre sus logros principales se encuentra el haber convertido a algunos samurais.

En 1551 se dirige al norte de Japón donde espera obtener un apoyo más abierto de las autoridades. Establece pequeños enclaves cristianos pero se ve precisado a regresar a la India y en su paso por Malaca se entera de que ha sido nombrado responsable de la nueva provincia jesuíta de India.

Sin embargo, su interés es alcanzar la meta más importante: entrar a China. Emprende así el 14 de abril de 1552 un viaje que lo conduce a la parte sur del imperio, muy cerca de Cantón. Llega a la isla de San Cian a finales de agosto, en espera de una embarcación que lo introduzca clandestinamente a la parte continental. Sin embargo fallece en la costa, soñando seguramente con la esperanza de conquistar al gran imperio chino.