Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

jueves, 21 de abril de 2011

Largas tendencias

¿Qué hacia tan poderoso al imperio chino? Un exitoso desarrollo agrícola que compensaba la escasez de tierra con el uso intensivo de trabajo, infraestructura de riego y abonos naturales. China, cabe recordarlo, tiene un gran territorio pero con enormes espacios desérticos o montañosos. El desarrollo agrícola representa un aspecto cultural intrínseco del pueblo chino, que valora cada espacio cultivable. Desde hace miles de años mantiene un cuidado extremo del terreno agrícola, sobre todo si se le compara por ejemplo con las fértiles tierras de Estados Unidos o Argentina.

Seguimos aqui la arumentación de Angus Madison, quien considera que el modelo agrícola chino era distinto a Occidente; tomando en consideración el limitado espacio no se usaron cultivos forrajeros o tierras de pastoreo y el ganado fue más bien de corral (cerdo y aves). El consumo de carne, leche y lana era escaso. El suministro de proteínas era satisfecho por la práctica generalizada de la acuicultura de pequeña escala.

La agricultura operaba en un orden institucional que fue eficiente en su asignación de recursos y fue capaz de responder a la presión demográfica para aumentar la productividad de la tierra. Entre los siglos VIII y XIII se operó un importante cambio en el centro de gravedad de la economía china. En el siglo octavo tres cuartas partes de la población vivían en el norte de China, donde los principales cultivos eran el trigo y el mijo. Al final del siglo XIII tres cuartas partes de la población vivían y producían arroz al sur de rio Yangtsé. Esta había sido un área pantanosa, con poca población, pero con obras de riego y la técnica de maduración temprana de semillas, se creó la oportunidad ideal para el desarrollo masivo del arroz.

La introducción del algodón, con la ventaja de ser más cómodo, lavable y límpio, trajo por su parte un avance sustancial en cuanto al bienestar de la población, pues sustituyó otros textiles y de esta forma mejoraron las condiciones de salud de los trabajadores chinos. La seda estaba destinada a las élites.

De esta forma, una mayor productividad agrícola permitió destinar parte de la población a labores artesanales, como el hilado y el tejido. Entre el siglo XIII y hasta el siglo XVIII, China fue capaz de acomodar a una población que se había cuatriplicado, pero el nivel de ingreso de la población se mantenía satisfactoriamente. Hubo ciertamente crisis, resultado de transiciones políticas, guerras y grandes epidemias (peste bubónica y viruela) que paradójicamente comunicaron a Europa con Asia en el siglo XIV, o con la instauración de la dinastía Qing en 1644.

En este marco de autosuficiencia productiva, las élites chinas vivieron constantemente el dilema de la apertura al mundo. El aislamiento impuesto para evitar que salieran los chinos y entraran los extranjeros dificultó la modernización de China en diversos momentos. Desde la indiferencia ante lo foráneo, fue dificil percibir el riesgo que se avecinaba con la expansión europea desde el siglo XV. En las siguientes entregas hablaremos de ese encuentro histórico.

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