Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

jueves, 14 de julio de 2011

Negocio redondo

Desde un principio, comerciantes, viajeros y misioneros occidentales describían las diferencias que encontraban en China y percibían una extraña ventaja a su favor en el intercambio de plata. A riesgo de ser tomados como mentirosos, como fue el caso de Marco Polo siglos antes, algunos de aquellos viajeros del siglo XVI dieron testimonio de que los chinos estaban dispuestos a pagar precios desproporcionados por la plata que venía de Europa, Japón y América.

Uno de aquellos viajeros, el padre Gaspar da Cruz, escribe en 1569 que "no hay monedas de oro o plata en China, sino que todo se compra por el peso en oro o plata (...) el que quiera hacer buen mercado en el país de China debe traer plata en lugar de bienes". A su vez, un comerciante con 25 años de experiencia en la región escribía en 1609:

En todo el reino de China hay una enorme cantidad de oro fino, de más de 22 kilates. Si fuera llevado a la Nueva España, o a Castilla, se tendría una ganancia del 75 u 80 por ciento por las diferencias de precios en una región y otra. En China es visto como una mercancía que sube y baja de precio de acuerdo al abasto y a la demanda, y no tiene un precio fijo como en Castilla. Un peso de oro en China equivale generalmente a cinco y medio pesos de plata, y si hay escasez la proporción puede ser de seis y medio pesos de plata por uno de oro. Lo mejor que he obtenido y visto en la ciudad de Cantón en China fue de siete y medio pesos de plata por uno de oro, y no he vuelto a verlo tan alto. En cambio, en España el peso de oro vale por lo general 12 y medio pesos de plata, así se puede ver como es posible ganar de 75 a 80 por ciento en el oro que se exporta desde China. 
Por ello, se espera que se conceda permiso, en consideración del gran beneficio que resultaría para estos reinos de España, exportar oro desde China a cambio de plata, por lo que Su Majestad daría libre permiso para cualquiera de llevar plata de la Nueva España a Filipinas, a condición de que invierta la mitad de ella en bienes chinos y la otra mitad en oro a precios del mercado.
El comerciante advertía que como no hay oro en Filipinas, cuando los cantoneses y sangleyes se enteren de que pueden cambiar su oro por plata en Filipinas, podrían llevar tanto que podrían reducir las ventajas que tendría llevar plata desde la Nueva España. Este porque los chinos prefieren plata en lugar de oro. También señala que los portugueses saben de esta situación y están llevando plata desde Europa hasta China, para obtener beneficios. Charles R. Boxer recogió esta información desde los años cincuenta del siglo XX.

La plata fluyó en las venas del comercio internacional de manera impetuosa en aquella primera globalización que integraba a China, América y Europa en el siglo XVII. Los españoles se colocaban así en una situación particularmente favorable, pues tenían el control de las principales fuentes de producción de plata, en el Potosí y en Nueva España. El yacimiento del Potosí, descubierto en 1545 atrajo en menos de un siglo a una población de casi 160,000 habitantes, en condiciones infrahumanas.

Pero si con la distancia del tiempo tratamos de imaginar los diversos usos del preciado metal, no sólo como mecanismo de pago sino como mercancía que se puede acumular y usar de muchas maneras, entonces entenderemos cómo la plata adquirió precios relativos muy diferentes de un continente al otro. El mineral tenía un costo de producción muy bajo, por su abundancia en América y por la mano de obra esclava o semiesclava, pero aumentaba desproporcionadamente una vez que cruzaba los océanos con destino a Asia o a Europa. Como hemos visto en notas anteriores, en el período que va de 1540 a 1640 se produjo una distorsión notable en los precios de la plata, principalmente porque China pagaba más alto que el resto del mundo. Un nuevo ciclo de precios altos se registró entre 1700 y 1750.

El mismo producto era apreciado de manera distinta en cada punto de la cadena comercial global de los siglos XVII y XVIII. Los comerciantes que llegaron a Asia después que los portugueses y españoles, como la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, comprendieron rápidamente que podía hacer un gran negocio transfiriendo plata americana comprada a los españoles y enviarla hacia China. Se dieron casos en que las monedas acuñadas al pie de mina en El Potosí llegaron en sus cajas de origen, lo mismo que lingotes intactos, sin haber circulado en Europa, todo a manos de los holandeses. Negocio redondo para algunos, pero no para todos.

Las consecuencias de este fenómeno fueron determinantes en la formación y consolidación (o el derrumbe) de varias economías de esa época, comenzando por la dinastía Ming que permitió el atesoramiento de plata, exigió incluso el pago de impuestos en ese metal y empobreció a los pequeños propietarios que carecían del preciado oro blanco. Pero no menos importante fue la insolvencia constante de la monarquía española en esa época, endeudada permanentemente con los banqueros alemanes y suizos.

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Boxer, Charles R. The Christian Century in Japan, 1549-1650, Carcanet Press Limited, the Calouste Gulbekian Foundation, Carcanet, Exeter, England, 1991, Apéndice IV. Pedro de Baeza on the China-Japan Trade 1609, pp 425-426.

Dennis O. Flynn, Arturo Giráldez, ¨Born with a Silver Spoon: The origin of world trade in 1471¨, Journal of World History 6, 1995, p 201.

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